Los escultores del fuego. Aproximación a la historia del Gremio Artesano de Artistas Falleros de Valencia
Antonio Ariño Villarroya (dir.)
València, Diputació de València, 1993
291 p. : il. ; 32 cm
D. L.: V-691-1993
ISBN: 84-7795-954-4
Índice
Parte primera. La Asociación de Artistas Falleros. Antonio Ariño Villarroya
I. La tradición del arte efímero
II. ¿Quién hace la falla?
III. La creación de la Asociación de Artistas Falleros
Parte segunda. La historia del Gremio Artesano de Artistas Falleros. Gil Manuel Hernández Martí
IV. La constitución del Gremio (1939-1946)
V. La era de Regino Mas (1945-1968)
VI. La Ciudad del Artista Fallero
VII. Tiempo de transición (1968-1975)
VIII. Retos y realidades (1975-1992)
Parte tercera. Los procesos productivos. Antonio Ariño Villarroya
IX. La evolución de las técnicas
X. Materiales y técnicas en la actualidad
XI. El taller
XII. Los mercados
Parte cuarta. La estética de las fallas. Vicent Borrego Pitarch
XIII. Cuestiones preliminares
XIV. La tradición plástica
XV. Del costumbrismo a lo joco-serio (1850-1894)
XVI. Modernismo, regionalismo, déco (1895-1937)
XVII. Las fallas bajo el franquismo
XVIII. Las últimas tendencias
Parte quinta. La vida asociativa. Antonio Ariño Villarroya
XIX. El Gremio como asociación
XX. Los agremiados
XXI. Organización y funcionamiento
XXII. Dimensión y proyecciones externas
XXIII. Epílogo: solidaridad y cultura gremial
Catálogo de Artistas Falleros
Bibliografía
Introducción
Cuenta Ricard Blasco que durante el rodaje de la película Los tres etcéteras del coronel el actor Victorio de Sica, que hacía de coronel, se negó a montar a caballo como exigía el guión. El equipo de dirección se encontró ante un problema difícil de solventar, pero fue el propio actor el que recordó que en Valencia había unos artesanos que en cuestión de decorados y efectos especiales “eran capaces de hacer cualquier cosa”. Efectivamente, Regino Más consiguió un caballo muerto, un taxidermista disecó la piel y a partir de ella se construyó un caballo con las consiguientes articulaciones. Al fin pudo rodarse la película y el apuesto jinete logró lucirse venciendo sus aprensiones y montando un caballo de pega.
José Sánchez recuerda una anécdota no menos significativa. Al acabar la guerra civil fue a parar a un campo de concentración francés. Algunos de los prisioneros, para matar el tiempo, decidieron hacer una exposición artística. Al entrar en la sala donde se exponían los objetos presentados, el guardia le preguntó a José Sánchez que de dónde era. “De Valencia”, responde éste”. Y el guardia replica: “Ohhh, Valencia, la tierra de los artistas locos. Hacen arte y lo queman”.
“Capaces de hacer cualquier cosa”, “artistas locos porque hacen arte y lo queman”, no son dos definiciones exactas del Gremio Artesano de Artistas Falleros, pero dan una idea de sus habilidades y profesionalidad. Su competencia y saber hacer acreditan su fama. Y no sólo porque hayan plantado fallas en París o en Roma, en el preámbulo a las Olimpiadas de Barcelona o en la Exposición Universal de Sevilla, sino también porque han intervenido como decoradores en infinidad de películas, han exportado sus carrozas y su artesanía incluso a EEUU o Japón, construyen parques de atracciones y estands feriales, y en la sociedad de lo efímero, del diseño y el ocio, encuentran un campo especialmente abonado para su creatividad.
Desde hace tiempo vengo afirmando que hace falta una tesis doctoral que se ocupe de esta peculiar profesión. Aún no ha llegado ese momento, pero este libro nace con el propósito de llenar un vacío y convertirse en un referente obligado para cualquier investigación o estudio posterior. Cuando Salvador Gimeno, en representación del Gremio, y Manolo Martín, en nombre de la Comisión del 50 Aniversario, nos lanzaron el reto de hacer un libro sobre el oficio y la institución, ni Jordi Ballester ni yo tuvimos la menor duda sobre el significado del proyecto: El mejor homenaje hacia el Gremio no consistía en cantar las glorias pasadas y en recrearse en acontecimientos irrelevantes y triviales. Por un lado, había que tratar de recopilar la máxima información posible, sistematizarla y analizarla para elaborar una obra rigurosa; por otro, debía ser expuesta de forma que el libro por sí mismo se convirtiera en un objeto de arte.
Para ello, y a pesar del breve período de tiempo en que ha tenido que llevarse a cabo la investigación, hemos recurrido a fuentes muy diversas: prensa periódica y revistas, libros de actas, entrevistas, visita a los talleres, encuestas, recopilación de material gráfico (en muchas ocasiones sin las condiciones más idóneas para su reproducción) etc. Hubiera sido deseable poder entrevistar a muchos más agremiados, pero grabar entrevistas, transcribirlas, analizarlas, etc. y a todo ese ingente material, darle forma de libro de gran formato, no es tarea para cuatro meses. Para suplir, en parte, esta deficiencia se envió una encuesta a todos los agremiados. Lamentablemente sólo se nos han devuelto convenientemente rellenados 80 cuestionarios. Con todo, los datos que nos proporcionan las respuestas obtenidas no dejan de tener interés y pueden considerarse como una aproximación a la radiografía del Gremio. Por otro lado, todos los textos, una vez redactados, han sido dados a leer a distintas personas de la Junta Directiva, con lo que de esta forma esperamos aminorar las posibles deficiencias.
Desde estas páginas quiero agradecer la acogida que nos han dispensado todos los agremiados a los que hubo que entrevistar o pedir documentación. Tratar de citarlos por sus nombres, posiblemente nos llevaría a olvidar a alguien y a ser injustos. En la Ciudad Fallera, en los talleres del Puerto de Sagunto, La Ribera, Burriana o cualquier otro punto de la geografía valenciana, los miembros de la Junta Directiva y los agremiados en general, los artistas de fallas grandes y os de fallas infantiles, todos han contribuido generosamente y, por ello, el libro es también obra suya.
Pero, como las fallas, este libro es una obra colectiva en un sentido aún mucho más directo. Jordi Ballester se ha encargado del diseño. Gil Manuel Hernández Martí se ha leído todos los libros de actas del Gremio y ha resumido los acontecimientos más significativos en la Parte II. Vicent Borrego ha estudiado la estética de las Fallas en la parte IV. Josep Alcañiz no sólo ha puesto a nuestra disposición su magnífico archivo sino que ha sido un asesor y lector paciente. Emili Camps ha orientado nuestros pasos, facilitando pistas y documentos. Antonio Cortés y Ramón Peris nos han proporcionado importante material gráfico. Personalmente he entrevistado a artistas jubilados y en ejercicio, buscando noticias, contrastando informaciones y recopilando documentación gráfica. Salvador Gimeno, Daniel López y María Caridad Pinto han soportado con paciencia mis preguntas cotidianas.
Al concluir el trabajo sólo siento que las limitaciones de espacio (junto a la premura del tiempo) nos hayan obligado a recortar contenido y a retirar ilustraciones. Los artistas falleros saben muy bien lo que es trabajar a fecha fija y con constreñimientos rigurosos. Ellos han acuñado esa preciosa metáfora deltindre bou. Para ellos sirva este libro de homenaje y acicate, de estímulo tanto como de gratitud.
Antonio Ariño
November 03, 2014